Seguime

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Y siempre será así. Estamos destinados, si es que el destino existe, a las idas y vueltas. A la espantosa levedad de quien dice que no ama y al instante se arrepiente de haberlo pronunciado, porque cuando las palabras emergieron sintió lo que había afirmado no padecer, y con miedo se lo escondió, ya había hablado, no podía retractarse. Es nuestra historia, es esa duda que no nos permite dormir de noche, que solo deja de ser duda cuando se materializa, se pone en palabras frente a un otro, un ente cualquiera que solo sirve para escuchar verdades que después de dichas mutan a mentiras. Cambiamos constantemente, pero volvemos siempre al mismo punto, al querernos, odiarnos y amarnos devuelta con más fuerza, buscando escaparnos. ¿Pero de qué?


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